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jana

Infinito

Infinito

Me quedé parada en medio de aquel desierto. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás, apuntando con mi frente al cielo. Los párpados empezaron a arderme y las pequeñas estrellas chisporroteaban dentro de los globos. Vi un perfil, a contraluz, con un inmenso sol detrás, una mano estiraba su dedo índice y con la yema comenzó a dibujar el horizonte que mostraban las dunas de ese cuerpo.

Metropolitano

Metropolitano

Pensaba que no tenía nada que contar, pero de repente no sé por qué me ha venido una frase a la cabeza... he empezado a reírme en silencio, como hice ayer, delante de un montón de gente...
Estaba en el andén del Metro "Banco de España", esperando el susodicho, me paseaba dando dos o tres pasos hacia un lado y luego hacia el otro. Después de una cansada monotonía, me giré hacia el anuncio que tenía a mi espalda; era el típico (el típico en este contexto subterráneo) de "esta estación no acaba aquí..." Es un soporte publicitario con mucho espacio en blanco, lo cual invita a las batallas grafiteras o cualquier tipo de ocurrencia artística. Lo primero que vi fue “A LAS MUJERES QUE FUMAN LES HUELE EL ALIENTO A MIERDA DE GATO”, escrito ahí, en rojo, de manera muy ofensiva. Creo que eran esas las palabras exactas. Me hizo gracia, sobre todo la continuación, a modo de diálogo, con distintos tipos de letra y diferentes colores y grosores. Era algo así como:

-A LAS MUJERES QUE FUMAN LES HUELE EL ALIENTO A MIERDA DE GATO
-¿y a los hombres?
-Ni te cuento
-¿Cuánto?

Puede que hubiera una intervención más, pero no la recuerdo.

Me veo

Me veo

Odio ser observada; uso ese verbo, en lugar de "mirar", que al fin y al cabo es lo que hacemos todos.
Hay un garito al que solía ir bastante, en el baño de chicas hay un espejo en frente de la taza del wáter, desde el suelo hasta el techo. Siempre que meaba ahí, me rayaba un montón (a veces colaboraba en ello los efluvios del alcohol) porque me imaginaba que era un espejo espía y, por si acaso, siempre que salía levantaba mi dedo corazón y sacaba la lengua, por si acaso.
Ahora han puesto una luz violácea y las paredes están pintadas de negro, pero sigo pensando lo mismo, que hay alguien al otro lado robando mi más última intimidad...

Lujuria

Lujuria

Evidentemente, la vida sigue y es mejor mirar atrás. Cuando algo te asusta o te duele o te crea malestar es mejor sacudirte la cabeza, como cuando ves ciertas imágenes en los telediarios, justo cuando tienes un pedazo de comida en la boca ¿qué hacemos? Mirar para otro lado, pedir que te pasen la sal (eso queda muy yanki) o apretar otro botón de nuestro mando a distancia, el cual parece que es un apéndice de nuestro dedo pulgar. Por eso prefiero guardar los recuerdos que –como muchas veces descrito casi con las mismas palabras- me hacen entornar los ojos y sacar una leve sonrisilla (sí, casi cara de gilipollas, como si estuviese fumada).

Hoy estaba pasando un mal día, bueno la verdad es que llevo unos cuantos; lo que más me jode es no saber por qué... no me quiero parar en esta parte. Rebobinemos. Hoy estaba pasando un mal día, y pensando en lo de quedarme con los buenos recuerdos, los más graciosos, los más irrisorios, he recordado esa experiencia pueril onanista que “dejé pendiente” hace unos “posts” jajaja...
Bajaré la luz e intentaré poner una voz radiofónica, de esas de a media noche...

En mi infancia pasaba mucho tiempo sola, por motivos que ahora no contaré. Todo el tiempo me lo pasaba viendo la tele, disfrazándome usando los tacones de mi madre, descubriendo revistas escondidas de mi padre... imaginando, imaginando hasta tal punto que descubres que si te tocas ahí o parte de tu cuerpo roza con algo, te gusta y cada vez sigues un poquito más, porque te agrada mucho más esa sensación, sabes que va a pasar algo, que vas a estallar, hasta que llega el orgasmo, con su consabido “sentimiento de culpabilidad” de las primeras veces (y de las segundas y terceras), quizá por una religión que te atornillaban en el colegio o por el hecho de estar descubriendo algo asombrosos y no “poderlo compartir” con nadie.
No sé a qué edad empezaría con estos coqueteos, totalmente conscientes, con el sexo, pero los recuerdo ya antes de hacer la comunión, quizás a eso de los siete años. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo, pues imaginaba escenas con un supuesto novio, incluso, con alguna mujer. Un día, puede que tuviera nueve años, estaba en la habitación, la cama estaba deshecha y me disponía a recomponerla, más que otra cosa. Empecé a evadirme, y me tumbé sobre mi almohada, que había colocado a lo largo; ella era mi pareja sexual casi siempre, prefería hacerlo í antes que de otra manera “más convencional”. Casi nunca me quitaba la ropa, no hacía falta para llegar al clímax. Esta vez me levanté un poco la falda y me baje las bragas a mitad de los muslos. Comencé a cabalgar, cada vez estaba más desinhibida, sin ningún temor a nada, estaba sola. Estaba muy bien, casi a punto y, de repente, oí la voz de mi tía en la habitación. Salté de la cama y me subí las bragas ipso ipso. Un frío me recorrió todo el cuerpo y, después, los grados de la temperatura de mi sangre hicieron subir el rubor a mis mejillas, hasta que una gota de sudor me llegó al espinazo. Ella no me preguntó nada, yo dije algo ridículo (que no me atrevo a reproducir).

Estuve bastante tiempo sin masturbarme, no quería que la sensación placentera me remitiese a aquel fatídico recuerdo.

Una vez más, he de decir que el tiempo lo cura todo... y que con el tiempo se aprende y con la práctica también. Así, aprendí a olvidarme de todo sentimiento de culpabilidad, de todo el halo pecaminoso que rodeaba aquellas prácticas, todo infundado e inculcado por una educación –insisto- escolar (no familiar) obsoleta, dañina y a contranatura.

Menos mal que ese autodidactismo, referente a escoger lo bueno del acto y desechar los fantasmas que me acechaban ensordeciéndome, hace que hoy me ría de estos y otros marrones (hablemos en plata) cuanto menos –o más- ridículos.

PD: respecto al título, no pretendo seguir con los siete pecados capitales; sólo es una broma por todo lo escrito en el “post” anterior y todos sus comentarios.

Gula

Gula

“En el fondo, el placer de follar no supera al de comer. Si estuviera prohibido comer como está lo otro, habría nacido toda una ideología, una pasión del comer, con normas caballerescas. Ese éxtasis del que hablan –el ver, el soñar cuando follas- no es sino el placer de morder un níspero o un racimo de uvas”.
Cesare Pavese, El oficio de vivir

Desde lo más profundo de una sibarita como yo, no sé qué me da más placer, si meterme en la boca un trozo de fino jamón ibérico recién cortado, o el hecho de cortarlo.
Es algo que desde hace unos años me he tomado como una especie de liturgia o comunión, en plena consonancia con todos mis sentidos a flor de piel. Pasar la hoja del cuchillo, pacientemente afilada, y apreciar esa ternura de la carne cortada, doblegándose al amenazante filo. Llegar a aplicar el oído, en silencio, y escuchar el sonido del cuchillo cuando se lleva un trozo de grasa blanca, que te hace apretar los dientes. Ver cómo el delicioso manjar se despega del resto, haciendo una reverencia ante tu presencia. Y, por fin, izar el preciado tesoro, echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos y acercártelo a la boca, bien abierta, llegando a notar su salado olor antes de que la punta de la lengua roce ese beso divino.

Este placer tiene que ser un pecado capital, seguro.

Anoche mientras dormía...

Anoche mientras dormía...

Anoche mientras dormía... decía un poema de Antonio Machado, y es que, anoche, en el momento más profundo de mi sueño, el viento que entraba por la ventana de mi habitación, tiró el póster de Lorca que hay en la pared, por encima de mi cama. Me aguillotinó la cabeza, haciendo que despertara sobresaltada, temblando, aún aturdida.

Esta mañana, temprano, cuando todavía se podía tener la ventana abierta, me he dispuesto a hacer la cama, ordenar mi cuarto y demás. He puesto un disco de los Rolling Stones. He elegido una canción al azar y ha comenzado a sonar “Out of Time”.
Aún con la cama deshecha, me he subido al colchón y he vuelto a apretar la masilla que quedaba en el póster, con los pulgares, clavándolos en el gotelé. Cuando he terminado me he dado la vuelta para bajarme al suelo, pero no he podido resistir la tentación de ponerme a saltar mientras se oía “You’re out of touch, my baby / My poor discarded baby / I said, baby, baby, baby, you’re out of tiiiiime”. Hacía mucho tiempo que no saltaba en una cama.
El espejo de en frente delataba mis piernas mostrando parte de los muslos por encima de las rodillas, y unos pies intermitentes, que aparecían y desaparecían a cada bote.

Parece que hoy ha sido el día de las desinhibiciones; me he cortado el pelo, pero yo misma. He pensado que me hacía falta y emplear/desemplear el tiempo en ese tipo de recintos me ha superado, así que he cogido las tijeras y me he puesto a cortar por donde me apetecía, total, el corte que tenía era el típico desfiladoacapastrasquilado, así que... no habrá mucha diferencia.
De todos modos, en estos momentos no me encuentro como esta mañana. Ahora estoy deca-ída, bueno no sé, pero me encuentro un poco mal y enredada en una controversia de sentimientos. Literalmente siento sueño, calor, cansancio, pesadez, ardor de estómago, apatía, aburrimiento, tristeza, rabia, expectación, nerviosismo y dolor de cuello, creo que nada más, pero me siento así, de verdad. Menos mal que mis crisis son esporádicas, aunque frecuentes.
Espero que pase pronto.

LoRca

LoRca

He vuelto.
Por fin puedo estar aquí otra vez. He tenido algún que otro problema informático que no me ha dejado entrar en esta alternativa del mundo.
Estos días los estoy pasando con mucho calor, supongo que como todo el mundo, pero aún más cuando te das cuenta de que -por error- todos los radiadores de tu casa se han disparado...
Después de mi leve y tópica queja, quiero contar que normalmente en esta época estival del año me vuelvo muy trascendental... no quiero entrar en detalles ni enredarme en mi laberinto de gusanos, porque podría pasarme líneas y líneas divagando, retorciéndome y haciendo punto de cruz con los filamentos de mis neuronas.
Realmente, lo que me apetece es haceros reflexionar sobre este trozo de poema, teniendo en cuenta la trayectoria de este magnífico personaje:

Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.

-A mí se me ponen los pelos de punta.

Yo, Jana

Yo, Jana

Son las 2.30 de la madrugada. Estoy preocupada porque parece ser que no soy como un amigo cree que soy. Sin más juegos de palabras, me ha dicho: “... cuanto más creo conocerte, más cuenta me doy de lo poco que te conozco”.
Me da la sensación de que está decepcionado. Soy una persona complicada, laberíntica, que se enmaraña en sus propios pensamientos y que, quizá, enrede las cosas cuando realmente son sencillas. No se puede tener todo en esta vida. Siempre hay que renunciar a algo (o a muchas cosas).
Por nada del mundo quiero hacer daño a nadie, pero parece que cada vez que abro la boca, es como otra vuelta más de tuerca.
A veces percibo que no tengo vida propia; que todo lo que hago se rige por complacer a los demás. No me importa, es algo que hago muy conforme, aunque en cierto modo es una actitud siempre rodeada de maniqueísmo.

Hoy estaba realmente divertida y pensaba colgar un post contando una anécdota onanista de mi infancia, pero no estoy de humor.
Muchas veces me pregunto qué piensa la gente de mí; cuando tienes a alguien delante, que puede deleitarse con tus palabras, o cuando tienes a otro alguien con sonrisa aparentemente falsa; cuando haces el amor y parece que todos tus esfuerzos no sirven de nada. No sé si alguien me conoce, no sé si realmente me muestro representando un papel distinto cada vez. Yo no me conozco. Me cuesta hasta rellenar un test de personalidad.

Me gustaría preguntarle alguna vez a todo el mundo: ¿cómo soy para ti? Quizás me dieran alguna pista...

Viajando: "Play with your Pussy*"

Viajando: "Play with your Pussy*"

Después de mi fracaso en mi odisea como funcionaria, decidí no hundirme en la mierda y dejarme llevar por mis instintos juerguistas.
La verdad es que el viernes me lo pasé de bajón. Me metí en casa y me quedé como una hora sentada en el suelo de la habitación, viendo los kilos de papel consumidos en nueve meses. Me levanté por fin de la losa que había ocupado y, a ritmo de Leonard Cohen , recogí todas esas letras entrelazadas que forman textos supuestamente académicos.
No hice gran cosa, salvo seguir leyendo El Código Da Vinci (no me convence mucho) y ver por la noche Memento ; era irónico ver esa peli en el estado en el que me encontraba...
El viernes plañidero pasó y llegó un sábado en donde los planes se me acumulaban y la gente no dejaba de quererme. Se avecinaba una noche de emociones, como todas las noches de concierto , pero ésta iba a serlo aún más. Empecé a hablarle a la gente del concierto y al final se apuntaron unos cuantos. Llegué al garito y vi a Gafón . Le había visto en fotos y hemos chateado bastante, pero el sábado ¡le conocí en persona! No sé si él me vio, pero nada más entrar, me puse al lado de una mesa, junto con la gente que venía y, de repente, le vi ahí, con unos pantalones de raya diplomática, un poco (muy poco) acampanados, sus bambas rojas, un polo de color beige y su pelo con patillas rebelde jeje. Al principio llevaba sus gafas de pasta (como las mías), pero cuando salió a cantar se llevó al escenario su miopía. Se desgañitó, tuvieron problemas de sonido, pero tarareé sus canciones, vibré con la batería y casi tengo un orgasmo con el saxo (Matías, qué máquina y qué mala leshe). Les seguí de cerca, todos sus movimientos; las peleas de Mateo con el micro y su saxo, que al final solucionó colando el micro por el agujero del saxo jajaja lo violó y ahogó su sonido, pues se le oía menos y a pesar de que se lo habían avisado, el tío decidió, en lugar de sacar el micrófono, soplar aún más fuerte.
El batería actuaba de mediador, pues hubo un rifi rafe (sin más consecuencias y muy simpático) entre Matías y Gafón, pero he ahí las cosas del directo y sus virtudes de ver la música en carne viva.
Gafón estaba lleno de energía, ¡chupando el micro cuando cantó “Play with your Pussy”! jajaja. Estuvo genial. Ya hablaré con él sobre el resto de observaciones que aprecié, pero esto quedará en privado.
Después me fui al Louie Louie, por cambiar un poco y porque, no sé por qué me empeño en que ese sitio cierra más tarde que los demás (es una falsa leyenda). Intenté llamar a P, pero estaba fuera de cobertura. Luego me llamó él, casi a las seis de la mañana. Estaba dormida y, de repente, oí el zumbido del vibrador, no tuve fuerzas de ser lo suficientemente rápida como para llegar a tiempo y coger el móvil. Cuando lo tuve en mi mano, me di cuenta de que me había llamado. Qué pena no haber podido cogérselo, me hubiera gustado charlar en medio de su borrachera jajaja.
Ayer vi 21 gramos y estuve también de concierto. Una amiga se empeñó en que fuera a verle. Se trata de Luis Ramiro, un cantautor. No me gustan nada los cantautores. No estuvo mal. Pero no me subo al carro de ese tipo de música. Me niego.
Fue en un sitio muy agradable, parece ser que en donde nacieron todos los cantautores ahora conocidos. Fue en el Libertad, precisamente en la calle con el mismo nombre, en el corazón de Chueca, en el corazón de los mejores bellezones que te puedas encontrar.
Fin de trayecto.
Viaje vertical ascendente.

*Título de una canción de The Letizias.

Ángeles

Ángeles

Acabo de hablar con Pricher. Me ha llamado para decirme que su madre ha salido bien de la operación. Me ha dado un vuelco el corazón. Tengo ganas de llorar. Me he puesto muy nerviosa y me hubiera gustado haber podido darle un abrazo muy fuerte.
La vida es muy puñetera, eso lo sabemos todos, nadie nos dijo que iba a ser fácil, ¡joder! pero me fastidia enormemente que nadie tenga su recompensa alguna vez.
Creo que todo está empezando a ir bien. Creo que es el principio de una gran amistad. Creo que voy a llorar...

PD: ¿sabéis que "jana" significa "comida" en esukera? Mi vida es un cúmulo de casualidades. Estoy empezando a creer en el destino.

Cocina de hombres

Cocina de hombres

Es curioso, haciendo un repaso de mi vida, me he dado cuenta de que varios hombres han cocinado para mí.
Esta mañana, he salido de mi casa para coger el Metro. Tenía que encontrarme con una amiga para intercambiarnos unos documentos. Sólo he cogido el Metro para recorrer unas siete estaciones y ni si quiera he salido de él. El aire acondicionado de los vagones me remitía recuerdos muy entrañables, hasta que he dado con lo de la cocina. Entornaba los ojos y me sonreía levemente, recordando cada plato. La verdad es que he tenido suerte, pues lo que comí en todos esos momentos estaba delicioso...
Me han preparado paella, tortilla de patata, pasta, chuletas a la plancha, ensaladas mmmm y lo mejor de todo es que de todos estos tipos he aprendido algo.
Una de las últimas cosas que recuerdo es el uso de las tapaderas; es una estupidez, pero nunca había puesto una tapadera cuando pongo agua a hervir. Tengo mis cacerolitas tan bonitas con sus asas azules y su tapadera de cristal azul, de esas que tienen un agujerito y nunca la había puesto encima de agua hirviendo. Yo me quedé boba cuando vi aquella tapa encima de su cacerola, desenvolviéndose divinamente en la cocina... estaba para comérselo.
La verdad es que es todo un placer, un gustazo, ver a un tío cómo te prepara la comidita. Y una de las cosas que más me fastidia es que yo nunca he podido lucirme. Con lo rico que cocino yo y mis recetas estrella ¡qué rabia! Luego siempre quedo como una tonta. Todos terminan diciéndome “anda, seguro que no sabes ni freír ni un huevo”
Yo no digo nada, y me pongo más en plan vaga. En el fondo sé que les gusta jajaja.
No puedo dejar de decir, que realmente la última cosa que aprendí respecto al tema culinario es usar un tapón de corcho... pero este secreto no os lo revelo (no penséis mal eh jajaja), aunque este truquito se lo debe a su madre, que seguro que es un solete.

Jana en las alturas

Jana en las alturas

Girando en torno a la suerte, a la incertidumbre; arriesgando demasiado, como un kamikaze. Volando como un pájaro que se estrella contra un cristal, como un murciélago al que se le hace de día. Dos zapatos de tacón, fetiche de los ojos de alguien que mira el tutú de pinchos, de color negro, de la bailarina, sin lago de los cisnes, sin príncipe azul, ni escaleras escrotales (por hacer un guiño).
El Código Da Vinci sobre una cama, llena de flores polináceas, deseando ser abierto y devorado por un par de cuatro ojos, que se evaden en el vacío, mirando las rejas azules, dulcemente pulidas por unas manos hartas de trabajar, quizás ya descansen.
El calor que me invade hace que desde la ventana un “¡cabrón!”, seguido de un pitido me saque del ensimismamiento. He vuelto. Tantas cosas que decir y tantas veces que callar... por no escandalizar. Libertad contenida. Tacho por no contar los secretos que me guardo, porque para eso lo son, sino serían intimidades contadas (o algo así). Los secretos no se cuentan ¡eso es una paradoja!. Escribo y, mientras, oigo estas palabras en mi mente, con mi voz o, quizás, con otra voz. No quiero que sea leído como un testamento o la lista de la compra o las tablas de multiplicar (pobre amiga Beatriz... pero ésa es otra historia. Otra historia de “Jana en las lianas”).

Come together

Come together

Tengo sueño. Aún no estoy recuperada. Pero esta sensación de sueño sempiterno, es agradable. Después de todo este estrés y de agujerear mi cabeza, estoy como nunca me había encontrado. Algunos no me van a reconocer; yo, una persona histérica, histriónica, siempre con mala hostia y cierta agresividad ante el mundo (creo que me he pasado) y ahora... estoy como si a mi alrededor las cítaras sonasen al ritmo de mis pasos y movimientos. Estoy muy tranquila. En paz conmigo misma (a alguno le va a hacer mucha gracia esta frase).
Qué buen rollo.

Hello, hello

Hello, hello

Hola de nuevo.
Tengo muchas cosas que contar. Tengo muchas ganas de contar cosas... pero no sé por dónde empezar. Durante todos estos días se me iban acumulando los secretos en el cerebro y ahora están haciendo cola para salir.
Me encuentro frente al ordenador, con el Word abierto, y escribiendo a pelo, todo lo que me pasa por la cabeza.
Me considero una persona afortunada por muchas cosas que tengo y por otras tantas de las que carezco, pero no me tengo por alguien con suerte, más bien todo lo contrario. Yo sé que nunca me va a tocar la lotería ni la primitiva, a pesar de que él insista en que sí va a ocurrir...
Creo que las personas tienen su golpe de suerte una única vez en su vida; esto se puede ver materializado en una lotería de Navidad, una primitiva, bonoloto o el cuponazo, pero también en cosas como el hecho de no haber cogido el tren de la muerte o elegir ir a pie en lugar de en coche. También la suerte puede pasar cuando encuentras al hombre o a la mujer de tus sueños, o cuando te baja la regla después de un retraso de veinte días (uff).
A mí me ocurrió el viernes. Tuve el mayor golpe de suerte de mi vida. Todo fue genial. No me lo creía. Yo no podía haber tenido esa potra. La verdad es que me lo curré. He sudado la gota gorda, me he perdido un montón de cosas... y después de tanto esfuerzo, mi miedo era que no pudiera escribir ni una sola sílaba. No fue así. Ya pasó. Ahora a esperar.
Lo mejor de todo, es darte cuenta de la gente que está pendiente de ti. Me sentía muy querida y mimada.
Han pasado muchas cosas este mes. Ahora quiero escucharos yo e intentar animaros en todo lo que pueda.
Siento que mi post no sea muy original. Sólo necesitaba veros otra vez.
Besos...

I Feel Fine

I  Feel Fine

Me apetece contar muchas cosas. Me apetece dejarme llevar por el viento, cerrar los ojos, tumbarme boca arriba en el mar y usar las olas de colchón. Dormir un rato, sin pensar en mañana. Soñar. Volver a tener sueños raros, sueños que me causen sensaciones extrañas, inexplicables. Me gustaría recuperar algunas cosas que ya no tengo. Acariciar algunas pieles que hace tiempo que no veo y... vuelvo a sentir la necesidad de besar labios que hace mucho que no rozo con los míos. Me gustaría que esto último fuera recíproco.
A pesar de todo... la casualidad me ha regalado una sorpresa.

Gracias a todos por vuestros cariñitos ayer.
Besos.

Baby's good to me, you know
she's happy as can be, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.
Baby's says she's mine, you know,
she tells me all the time, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.

I'm so glad that she's my little girl,
she's so glad, she's telling all the world.

That her baby buys her things, you know,
he buys her diamond rings, you know,
she said so.
She's in love with me and I feel fine.

Baby says she's mine, you know,
she tells me all the time, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.

I'm so glad that she's my little girl,
she's so glad, she's telling all the world.

That her baby buys her things, you know,
he buys her diamond rings, you know,
she said so.
She's in love with me and I feel fine
She's in love with me and I feel fine
She's in love with me and I feel fine.

(I Feel Fine – The Beatles)

Happy 28th Birthday

Happy 28th Birthday

Hoy es mi cumpleaños.
Jamás pensé que fuera a anunciarlo. Siempre, en mi fecha de cumpleaños, intento pasar desapercibida. Me gusta que la gente se acuerde (supongo que como a todo el mundo) y no tenerlo que decir yo: "Hey, que hoy es mi cumpleaños ¿no te acuerdas?”
Pero esta vez, estoy tan metida en rollos burocráticos y demás historias, que casi no me acuerdo ni yo. Y eso no puede ser, porque he pensado que tengo a todo el mundo muy abandonado y me he dicho ¿por qué no empezar por dedicarme un ratito a mi? Si no me ocupo un poco de mí misma ¿cómo voy a poder darles a los que quiero un trocito de “felicidad”?

Así que, chicos, os invito (como decía Cie) a una cibercaña y, cuando tenga algo más de tiempo, prometo quedarme exhausta después de divagar con vosotros.

Muchas gracias a mi Bobby MacGee, a Eva, a Cris, a Miri, al M(oo)rE(’s friend), a Raúl, a Paul, a Joy, a CV, a Dani, a Fernando, a Marta, a Javi, a David, a Zapp, a “E”, a Caronte, a Krusty, a Pricher, a Helen, a Frankie, a Rouse, a Rosi, a “M”, a “D”, a todos mis ex, a mis enemigos, a mis fustigadores, a mis protectores, a mis instintos, a mis amores, a mis odios, a mis lectores, a mis oyentes, a mis escritores, a mis maestros cerveceros, a mis camareros, a mis músicos, a mis últimos discos (más cositas de swing y Link Wray), a... ¡tengo tantas cosas!
Os quiero.

Switch off

Switch off

Estoy escuchando “First We Take Manhattan” de Leonard Cohen y de repente me he sentido atravesada por un rayo de sol que me ha entrado en el pecho, como el “Éxtasis de Santa Teresa” de Bernini. He sentido grandes deseos de besar una boca que hace tiempo que no me moja los labios. Engancharme haciendo vacío y que todo lo estático dé vueltas a mi alrededor.
Aunque hace tanto tiempo de eso que, quizás me lo haya imaginado y no sea un recuerdo sino una mala jugada de mi memoria.

Esta mañana me sentía así, pero ahora son las 2:45 de la madrugada y no puedo dormir. Me están machacando los recuerdos. No quiero recrearme en el dolor, pero es que tampoco lo he dejado expandirse. Aún no he visto sus últimas imágenes captadas por una cámara. Supongo que algún día tendré que verlas, pero no sé si podré soportarlo.
Ayer me compré dos plantas. Nunca lo había hecho. Lo más que he llegado a tener ha sido un par de cactus y se me murieron rápido. Pero vi esos pequeños rosales, húmedos, con las flores rebosantes y no pude resistir la tentación de llevármelas a casa. Uno es de rosas blancas y el otro las tiene amarillas. Es curiosos, porque las flores amarillas siempre me han recordado a los cementerios, pero ese primer pensamiento, que fue el que me vino a la cabeza, se me sacudió de la quijotera en cuanto pensé que, al fin y al cabo, la única vida que hay en un cementerio es la poca que llevan las flores que hay en él. Ese trocito de vida que, paradójicamente, está agonizante; flores cortadas por su tallo, algunas abortadas casi, llegan a abrirse cuando el resto que las acompañan está muerto.
Estoy un poco fatídica, sí. Sólo ha sido un pequeño bajón, pero es que, cuando esos bajones te vienen estando a solas con tu almohada... es lo peor. Te derrumbas más fácilmente.
Siento tener a la gente un poco abandonada, de verdad, pero es que estoy pasando por unos momentos muy decisivos en mi vida y no sé dónde acabará todo esto. Ayer estuve más que borde con un amigo, al que le hablé fatal y rehusé una invitación para comer y despejarme un rato (lo siento).
Últimamente soy incapaz de imaginarme a mí misma en un futuro lejano, no sé, normalmente suelo tener una visión más clara de las cosas que se me puedan avecinar, pero es que todo es... tan efímero, tan versátil e imprevisible a la vez, que no tengo nada claro.

Bueno y paro ya porque al final voy a estar todo el rato intentando darme explicaciones absurdas y cíclicas de las que no se saca nada, absolutamente nada.

Gracias a todos. Gracias a los que os dejáis leer, aunque es una actividad que no podré practicar mucho últimamente. Me gustaría contestaros y postear más, y tomarme todas esas cañas que debo, pero no tengo tiempo de poder hacerlo como os merecéis. De todos modos, que sepáis que estoy ahí.
Besos.

Jana en las lianas 3

Jana en las lianas 3

Otra aventura más en mi cole, pero ésta no hace tanta gracia, por lo menos a mí.
Tendría yo unos siete años. Estaba en segundo de EGB. Me encontraba en la clase de matemáticas impartida, por supuesto, por la señorita María Luisa. El ambiente que se respiraba en el aula, la mayoría de las veces, era de pánico. Siempre estábamos en tensión, con las manos sudorosas y la mirada escondida en el libro, cabizbajos, a veces hasta rezando a un dios del cual no éramos nada devotos, haciendo promesas a Santa Rita o a la virgen María, para que no nos llamase con su voz marujil, cual miembro de la Trinca disfrazado de mujer con bata guateada y con rulos en la peluca. Faltaban puede que un par de minutos para que sonara el timbre. Casi feliz por haberme librado, a punto de saltar de gozo... sonó mi nombre, con su voz de Caballé. Mis esfínteres se relajaron según me acercaba a su mesa, llegando a caer un par de gotas en mis bragas. El miedo era mi expresión más absoluta.
Llegué a su mesa. Ella sentada, con su edding 1200 de color rojo y un cuaderno de cuadros con una resta (encima de las de llevar). Yo blandía mi lápiz staedtler de rayas amarillas y negras, bien afilado. Me situé a su izquierda, en uno de los extremos más cortos de la mesa rectangular. Acerqué mi vista a la operación y, de pie por supuesto, comencé a restar. Mis números salían temblorosos. Tenía miedo a equivocarme. Acabé la resta y justo sonó el timbre. Suspiré por dos cosas: primero porque parecía ser que la había hecho bien y, segundo porque en caso de haberme equivocado, había sonado el timbre y me había librado. Pero... antes de que terminase el sonido de la campanilla sobre el círculo de metal ¡zas! A la vez que me golpeaba con toda su manaza en la cabeza dijo: “¡zoquete!”. Mi cabeza se fue hacia el lado izquierdo por el golpe, pero por la inercia volvió hacia el derecho. Yo tenía los codos apoyados sobre la mesa y mi mandíbula estaba apoyada sobre las palmas de mis manos. En la mano derecha tenía aún el lápiz afilado, apuntando a mi oído. Cuando mi cabeza hizo ese movimiento involuntario, la punta del lápiz se introdujo dentro de mi oreja.
Después de pegarme, de su insulto preferido, me dijo que continuaríamos con la resta por la tarde, porque la había hecho mal. Todo el mundo recogía sus cosas y yo volvía a mi sitio con muchas ganas de llorar. Noté que algo líquido descendía por mi cuello, me toqué y era sangre. Se lo dije a mi compañera y mis amigas exclamaron un “¡haaaaala!”. Yo les dije que se callaran, aunque insistían en que le dijese a la profesora lo que me había hecho. No lo hice.
A la salida estaba esperándome mi abuelo. Me agarré a su mano. Comenzamos a andar. Yo muy callada. Íbamos por la acera. Mi abuelo siempre daba grandes zancadas y yo siempre tenía que corretear un poco a cada dos pasos que daba. De repente, miré hacia la acera de enfrente y vi que íbamos casi a la par que la señorita María Luisa. Miré hacia arriba, hasta la calva de mi abuelo; él tan grande, fuerte e invencible para mí... y se lo dije. Le dije que tenía sangre y que me lo había hecho la señorita María Luisa. Mi abuelo se cruzó de acera, encendido, muy enfadado y le increpó. Nunca había visto a la señorita María Luisa tan blanca, humillada por lo que le había hecho a una niña, disculpándose, pidiéndome perdón, ¡a mí!
Me agarré a la mano de mi abuelo otra vez y fui todo orgullosa, casi esbozando una sonrisilla. Ya no me dolía el oído, incluso dejé que la sangre se me secara, en lugar de limpiármela, hasta llegar a casa, para contar lo que había pasado y decir que mi abuelo era el único que podía vencer a la señorita María Luisa.

Mi oído está sano. No pasó nada. Por la tarde no fui al cole. La profesora llamó a mi casa por la noche porque estaba muy preocupada por mí.

Lo mejor de todo, que me libré de la resta.

PD: “zoquete” es para mí una palabra despreciable, de los peores insultos. Me cansé de escucharla miles de veces durante cinco años de mi vida; a veces dirigida a mí, otras a los demás niños de mi clase.

Zoquete: pedazo de madera corto y grueso, que queda sobrante al labrar o utilizar un madero// Persona fea y de mala traza, especialmente si es rechoncha// Persona tarda en comprender. (DRAE)

Asesina de Capone

Asesina de Capone

(20/V/04)

Tengo mucho sueño. Es la 1.15 de la madrugada y he tenido una cena bastante copiosa acompañada de Lambrusco, pero aún así contaré mi sueño de la otra noche, porque me ha animado Patri (que aún no sé nada de ella).

Me encuentro en una especie de ajuste de cuentas nada menos que con Al Capone. Reconozco su cara. Es tal cual era en realidad. Estoy ahí, retándome con él, en un duelo. Le tengo frente a mí, con toda su grasa encima y su cara de zampabollos. Lleva un traje gris oscuro, de invierno, y un sombrero. Me ha prestado una pistola porque yo no tenía. Él lleva un revólver, de esos que tienen un cartucho rectangular con todas las balas dentro y que se introduce por la empuñadura (soy una completa ignorante en el tema de las armas). El arma que lleva Scarface es anacrónica, creo que en su época no había de ese tipo. A mí me ha dejado una pistola precaria, con dos únicas balas que ya están introducidas. No sé por qué, pero sé que mis balas son negras, además están como si las hubiesen introducido en un bote de pintura y tuvieran demasiadas capas encima, sin haberlas dejado secar bien.
Capone tiene el privilegio de disparar primero. Me apunta. Estamos muy cerca el uno del otro. Tengo miedo. Veo mi fin. Voy a morir. Caracortada dispara, pero... para sorpresa mía, algo falla, su arma se ha atascado y su turno ha “terminado”. Llega el momento de mi actuación. Sigo teniendo miedo, pero siento el alivio de haberme librado. Me preocupa fallar. Estamos tan cerca que, con sólo estirar el brazo, mi cañón toca casi su chaqueta. Le apunto al corazón que, en mi sueño, se encuentra al lado derecho. Al Capone me mira desafiante, quizás pensando que no me atreveré. Mi dedo índice se amolda perfectamente al frío hierro del gatillo. Disparo. Disparo.
Le he clavado las dos balas, ambas se han metido por el mismo agujero, por mi rapidez y porque no moví ni un solo pelo.
Veo el agujero en su chaqueta, perfectamente redondo. Aprecio nítidamente la sangre saliendo de su chaqueta. No la veo roja, sino brillante sobre el gris del traje, como si fuese petróleo.
Despierto. No sé si realmente maté a Scarface, pero me desperté con la sensación de que no lo había hecho, que sólo lo había malherido y que ahora tengo a sus matones pisándome los talones...

Singing in the rain!

Singing in the rain!

Ya que lo inevitable es, evidentemente, inevitable... ¡Cómo me alegro del chaparrón que ha caído! Jajaja Se jodió el glamour ole! ole!
Pues eso, yo no quiero que se mueran ni nada de eso, ni que les ocurra nada malo, que entonces... para qué queremos más; que si luto oficial, que si tal uff quita quita.
Total, que como buen príncipe, gran comunicador entre las masas juveniles, muy sencillos ellos, que se solidarice con ese gran gran número de personas que queremos reducir unos pequeños gastos innecesarios que tiene este nuestro país y que abdique. Cómo me gustaría ver eso por la tele... en fin los sueños me alimentan también.

I'm singing in the rain
Just singin' in the rain
What a glorious feeling
I'm happy again
I'm laughing at clouds
So dark up above
The sun's in my heart
And I'm ready for love
Let the stormy clouds chase
Everyone from the place
Come on with the rain
I've a smile on my face
I walk down the lane
With a happy refrain
Singin', just singin' in the rain