Jana en las alturas
Girando en torno a la suerte, a la incertidumbre; arriesgando demasiado, como un kamikaze. Volando como un pájaro que se estrella contra un cristal, como un murciélago al que se le hace de día. Dos zapatos de tacón, fetiche de los ojos de alguien que mira el tutú de pinchos, de color negro, de la bailarina, sin lago de los cisnes, sin príncipe azul, ni escaleras escrotales (por hacer un guiño).
El Código Da Vinci sobre una cama, llena de flores polináceas, deseando ser abierto y devorado por un par de cuatro ojos, que se evaden en el vacío, mirando las rejas azules, dulcemente pulidas por unas manos hartas de trabajar, quizás ya descansen.
El calor que me invade hace que desde la ventana un ¡cabrón!, seguido de un pitido me saque del ensimismamiento. He vuelto. Tantas cosas que decir y tantas veces que callar... por no escandalizar. Libertad contenida. Tacho por no contar los secretos que me guardo, porque para eso lo son, sino serían intimidades contadas (o algo así). Los secretos no se cuentan ¡eso es una paradoja!. Escribo y, mientras, oigo estas palabras en mi mente, con mi voz o, quizás, con otra voz. No quiero que sea leído como un testamento o la lista de la compra o las tablas de multiplicar (pobre amiga Beatriz... pero ésa es otra historia. Otra historia de Jana en las lianas).
El Código Da Vinci sobre una cama, llena de flores polináceas, deseando ser abierto y devorado por un par de cuatro ojos, que se evaden en el vacío, mirando las rejas azules, dulcemente pulidas por unas manos hartas de trabajar, quizás ya descansen.
El calor que me invade hace que desde la ventana un ¡cabrón!, seguido de un pitido me saque del ensimismamiento. He vuelto. Tantas cosas que decir y tantas veces que callar... por no escandalizar. Libertad contenida. Tacho por no contar los secretos que me guardo, porque para eso lo son, sino serían intimidades contadas (o algo así). Los secretos no se cuentan ¡eso es una paradoja!. Escribo y, mientras, oigo estas palabras en mi mente, con mi voz o, quizás, con otra voz. No quiero que sea leído como un testamento o la lista de la compra o las tablas de multiplicar (pobre amiga Beatriz... pero ésa es otra historia. Otra historia de Jana en las lianas).
5 comentarios
Jana -
Flashman: he esperado dos meses para leérmelo. Lo tenía ahí, a veces en una mesa, otras escondido en mi estantería... así que TENGO que leerlo. De todos modos... según va avanzando, creo que te voy dando la razón. Puede que la historia esté bien, pero las formas narrativas... dejan mucho que desear (ya he encontrado algún que otro error, jeje, defecto profesional).
Gasord: hum, interesante... a ver si me paso más por tu blog y descubro yo algún secreto tuyo, porque aquí, en este sitio, puedes encontrar más de una cosa que jamás ha salido de mis labios.
E: sí, he vuelto! Y por cierto, a ver si te escribo no?
Ya te contaré guapa.
e -
gasord -
Flashman -
Cielo Vacio -