Elucubraciones
Son más de las dos de la madrugada. Como siempre, el insomnio duerme a mi lado. Después de cambiar unas cuantas veces de posición en la cama, de levantarme a leer y a observar a mi alrededor, me asalta una imagen de hace días...
Buscando una información en Internet, vi una foto del primer chico con el que salí. Hacía más de trece años que no le veía, a pesar de que descubrí que trabajaba en una empresa que está a unos 200 metros de mi casa. Él, fue mi gran amor de adolescencia, por el que fui abandonada y con el que retomé de nuevo la relación, para terminar dejándole por cansancio. Se me presentaba en la pantalla del ordenador, con su nombre y sus dos apellidos, y unos... ¿10, 15,...? kilos de más. Desde entonces, intento imaginarme cómo es su vida. Me imagino que está casado y que, quizás, tenga algún hijo. La verdad es que su imagen me ha decepcionado... ¡con lo que era!
El lunes, cuando iba a currar, me desvié un poco para pasar por la puerta de su empresa. No le vi, pero la tontería casi me cuesta que me abollasen el capó del coche...
Me sonrío y me recuerdo a Malena, en Malena, una vida herida, de Almudena Grandes.
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Después de unos segundos en blanco, me asalta la duda de haberle quitado algo de magia a mi blog, quizás por haberle puesto una cara... espero que no, aunque es difícil moverse con algo menos de libertad.
A veces, en medio de la noche, me parece presentir un ruido, un estruendo tan devastador como la caída del techo, con los vecinos de arriba sentados en sus sillas, alrededor de la mesa, cenando. Caen las sillas empalando todo lo que encuentran a su paso, y las patas se astillan. La jarra de agua se hace añicos y salpica el líquido junto con los cristales. De repente, miro a mi alrededor y todo sigue en calma. Alzo la mirada al techo y cualquier grieta me parece un signo de la precipitación al vacío... Pero, insisto, y vuelvo a mirar para comprobar que todo sigue estático. El cigarro de John Lennon sigue sin consumirse y su mirada perdida, divisando el mismo lugar que el Colón de Barcelona. Recuerdos didácticos a modo de recomendación, para no olvidar nunca que debo poner http:// ... (vuelvo a sonreírme). Una grata tarde, arreglando el mundo; hablando del pasado, hablando del presente, viendo una película a medias... Una cerveza, con problemas de dicción y una carcajada descarada por la apariencia de un deja vu en una pizzería, donde hacía mucho frío, donde escuchaba historias de arañas y cortos, con una mirada que se disparó cuando no había gafas...
Finalmente, siempre acabo sola, aquí o en compañía de una cerveza que termina empapándome y, a veces, emborronando mis letras.
Me queda tanto por decir...