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jana

El funicular

Renovando

Renovando Renovarse o morir.
Estos días se han vivido muy intensos dentro de mi piel. Algunas preguntas me dejaban un tanto desconocida por mí misma, dándome esa sacudida que a veces nos hace falta para vivir cada segundo que pasa intensamente.
Resuenan en mi cabeza las risas en eco reciente aún; el descorche de una botella de champán, fusilando al techo, apuntando muy alto. Un cuerpo mojado, dejando entrever sus formas, visualmente eróticas por los encajes húmedos, efervescentes aún... Una posesión maldita, cual concubina del diablo, llenando el ambiente de desinhibición y desenfreno, de agotamiento y sueño con sonrisas leves.

Stand by

Stand by Siempre escribo cosas que siento, que vivo con la mirada, los oídos, con la piel... pero siempre lo hago de una manera sutil, no directa e intentando hacer que mis momentos evoquen cierta “musicalidad”, pero... a día de hoy, no puedo escribir...

Por eso lo dejo en “stand by”.

“No comprendo para qué se necesita calumniar.
Si se quiere perjudicar alguien lo único
que hace falta es decir de él alguna verdad”
Nietzsche.

Take me

Take me Leyendo ese libro cuyo título intriga a Flashman, y escuchando "Die, All Right" de The Hives, he recordado una etapa de sometimiento sexual en mi vida...
La novela que estoy leyendo habla, en parte, del dominio sexual. El autor dice algo así como que el individuo sometido es realmente el que domina al otro (al supuesto dominador); es como decirle al otro: "pégame" o "escúpeme", si el supuesto dominador ("amo" llamado en algunas ocasiones) lo hace, realmente está obedeciendo la voluntad del (supuesto también) castigado.
Entre tanto, alrededor de estos pensamientos y reflexiones, me ha venido a la cabeza una relación que tuve hace tiempo, en la cual el hombre quería dominarme; le gustaba mucho el tema sado, entre otras cosas, y yo entré en su juego, en un juego en el que por primera vez yo era la sometida, ya que el sadomasoquismo siempre me lo he planteado desde el plano dominante.
Lo que más le sacaba de quicio era que yo no sufría, me reía y me divertía, se frustraba a veces en su afán de hacer que me fuera doloroso o humillante.
Me sentía una Lolita a su lado, por la diferencia de edad (16 años de diferencia), pero el cabrón me dijo que Lolita era mucho más joven que yo, eso sí que me dólió.

Frenesí

Frenesí Día frenético; de planes y planos trastocados y replanteados, de monumentos impregnados en mis retinas. Y por fin encontré mis gafas de sol, y parece que empiezo a encontrarme a mí misma. Demasiado ritmo taquicárdico para mi poco lineal tono de vida. Ahora, ya con mis posaderas en el colchón y mi cuaderno sobre las rodillas, me doy cuenta del desastre de mi habitación –síntoma del caos que me ha inundado estos días.
El móvil vibrando, cuatro pares calzado por el suelo, montones de ropa y de papeles, un libro a medias de leer –empeñada en acabarlo r cabezonería- y tanta gente “desatendida”...

Retomo.

Breve pausa, para respirar, suspirar.

Y aún siguen los muertos colgados en la pared, y los vivos también, de manera que aparentan ser inmortales. Fotos en lugar de dianas, o al revés; un espejo que me refleja infinitamente, olvidándome a mí misma, a veces olvidada por todos... Se congela este habitáculo, no de frío sino de tiempo. Lo dejo en stand by.

Return

Return Cómo empezar... como la Cenicienta, ahí, en medio del cuarto encuentro mi zapato, solitario, tirado tras una noche de desinhibición, sin un pie que acoger, abandonado, como si no importase, o como si uno de ellos fuera más importante que el otro. Golpean unos recuerdos a mi cabeza... el abuelo de una amiga de la infancia tenía una pierna amputada a la altura del muslo; sólo necesitaban un zapato para él, sin embargo tenía que pagar un par. El armario estaba lleno de zapatos del pie izquierdo nuevos, olvidados, vírgenes para toda la vida.

Chocando

Chocando Apatía, desidia, dejadez, abandono... se me abren los ojos, se dilantan mis pupilas, esbozo una sonrisa, caigo en el olvido, me dejan en una esquina como el arpa de Bécquer, sentimientos encontrados, contrariados, sin ganas de borrar el pasado, con deseo de recuperarlo, con anhelo de aferrarme a ello un ratito o quizás con la resignación de que una retirada a tiempo siempre es una victoria; dándome cuenta de que me encuentro fuera de contexto, o no, quién sabe, quizás mi lugar esté ahí, siempre, eternamente...

Se apagó el fogón, no funciona nada
¿dónde está la luz? ¿qué hay en tu mirada?
Me cuelgo de su pelo, me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada, que está loca también,
he vuelto a las andadas, he vuelto a enloquecer,
lo vi escrito en la luna, luna creciente:
Es menester
en la cañada
dejar el arroyo
con sus ruidos;
y yo me quedo en casa, me duele todo,
quién va a aguantarme con este mono.
Fotos de un cajón rompen mi cabeza,
recuerdo su olor y se me pone tiesa;
Me cuelgo de su pelo, me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada, que está loca también;
he vuelto a las andadas, y he vuelto a enloquecer;
lo vi escrito en la luna, luna creciente:
Delicada gasa
fuerte envoltura,
tope gansa
con la natura.
Y yo me quedo en casa, no necesito
tenerte cerca cuando vomito.
Me da igual,
me voy a poner deltoya sin parar;
me da igual deltoya.
Voy a dar la vuelta a tó y no sé muy bien por qué;
y a romper deltoya.
Y a firmar en todas las paredes con mi piel:
a empezar deltoya.

“Deltoya” - Extremoduro

Péndulo

Péndulo Los periódicos obsoletos, amarillentos y apolillados descansaban bajo la sombra que les proporcionaban dos sombreros mariachis de color verde; una mirada atornilladora como el sacrificio de Isaías se antojaba público de las decenas de borlas blancas que rodeaban el coso. Todo ello dentro de las cajas, aún embaladas, sin saber si se importaban o se exportaban, dueñas de un extranjero o de un oriundo, quizás de una ciudad vacía o extraña.
Una sonrisa de hilo negro, cosida como en el cuento de navidad, aparentando felicidad dentro de su hieratismo, se sobrepone al tres por cuatro del vals de caballitos de madera, empalados por Vladimir o cualquier otro feriante, siempre bajo la mirada atenta de inocentes y sonrientes niños con ojos negros, de botón, sonrojadas mejillas batiendo el frío viento, fumándolo, saliendo de sus bocas...

Feelings

Feelings En honor a mi queridísimo Pricher, voy a postear, que dice que tengo el blog un poco abandonao... la verdad es que no le falta razón, teniendo en cuenta al ritmo que escribía antes, en fin.
Podría contar que estoy jodida, con una pierna lesionada y con muletas, pero paso de hacer un esfuerzo supremo intentando recordar la caída y la posterior vergüenza que pasé, en medio de El Corte Inglés... si fuera Bo Peep pensaríais que lo había simulado o algo de eso jeje.
Simplemente voy a dejar envolverme por las palabras, que al fin y al cabo es el instrumento del que nos valemos todos. Un instrumento multiusos, que vale tanto para hacer la guerra como el amor, para odiar, para insultar, para volverse loco...
Realmente lo que me gustaría en estos momentos es, aprovechando esta música que sale de mi ordenador -y que mantendré en secreto-, lo que realmente me apetecería es fumarme un porro de marihuana, cerrar los ojos y escribir aquí... quizás me gustaría hacerlo algo ebria, me gustaría enredarlo todo para sentirme orgullosa dentro del barullo, como si fuera un gato mezclándose con lanas de distintos colores, enrollado, enroscado sin encontrar al minotauro o dándose de bruces con él, clavándose un cuerno en su boca abierta, rasgándole la campanilla y sangrando hasta teñirlo todo de rojo, como mi entrañable Garibaldi, personaje de la historia al que siempre he sacado a relucir en mis más gloriosas borracheras...

Infinito

Infinito Me quedé parada en medio de aquel desierto. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás, apuntando con mi frente al cielo. Los párpados empezaron a arderme y las pequeñas estrellas chisporroteaban dentro de los globos. Vi un perfil, a contraluz, con un inmenso sol detrás, una mano estiraba su dedo índice y con la yema comenzó a dibujar el horizonte que mostraban las dunas de ese cuerpo.

Metropolitano

Metropolitano Pensaba que no tenía nada que contar, pero de repente no sé por qué me ha venido una frase a la cabeza... he empezado a reírme en silencio, como hice ayer, delante de un montón de gente...
Estaba en el andén del Metro "Banco de España", esperando el susodicho, me paseaba dando dos o tres pasos hacia un lado y luego hacia el otro. Después de una cansada monotonía, me giré hacia el anuncio que tenía a mi espalda; era el típico (el típico en este contexto subterráneo) de "esta estación no acaba aquí..." Es un soporte publicitario con mucho espacio en blanco, lo cual invita a las batallas grafiteras o cualquier tipo de ocurrencia artística. Lo primero que vi fue “A LAS MUJERES QUE FUMAN LES HUELE EL ALIENTO A MIERDA DE GATO”, escrito ahí, en rojo, de manera muy ofensiva. Creo que eran esas las palabras exactas. Me hizo gracia, sobre todo la continuación, a modo de diálogo, con distintos tipos de letra y diferentes colores y grosores. Era algo así como:

-A LAS MUJERES QUE FUMAN LES HUELE EL ALIENTO A MIERDA DE GATO
-¿y a los hombres?
-Ni te cuento
-¿Cuánto?

Puede que hubiera una intervención más, pero no la recuerdo.

Me veo

Me veo Odio ser observada; uso ese verbo, en lugar de "mirar", que al fin y al cabo es lo que hacemos todos.
Hay un garito al que solía ir bastante, en el baño de chicas hay un espejo en frente de la taza del wáter, desde el suelo hasta el techo. Siempre que meaba ahí, me rayaba un montón (a veces colaboraba en ello los efluvios del alcohol) porque me imaginaba que era un espejo espía y, por si acaso, siempre que salía levantaba mi dedo corazón y sacaba la lengua, por si acaso.
Ahora han puesto una luz violácea y las paredes están pintadas de negro, pero sigo pensando lo mismo, que hay alguien al otro lado robando mi más última intimidad...

Gula

Gula “En el fondo, el placer de follar no supera al de comer. Si estuviera prohibido comer como está lo otro, habría nacido toda una ideología, una pasión del comer, con normas caballerescas. Ese éxtasis del que hablan –el ver, el soñar cuando follas- no es sino el placer de morder un níspero o un racimo de uvas”.
Cesare Pavese, El oficio de vivir

Desde lo más profundo de una sibarita como yo, no sé qué me da más placer, si meterme en la boca un trozo de fino jamón ibérico recién cortado, o el hecho de cortarlo.
Es algo que desde hace unos años me he tomado como una especie de liturgia o comunión, en plena consonancia con todos mis sentidos a flor de piel. Pasar la hoja del cuchillo, pacientemente afilada, y apreciar esa ternura de la carne cortada, doblegándose al amenazante filo. Llegar a aplicar el oído, en silencio, y escuchar el sonido del cuchillo cuando se lleva un trozo de grasa blanca, que te hace apretar los dientes. Ver cómo el delicioso manjar se despega del resto, haciendo una reverencia ante tu presencia. Y, por fin, izar el preciado tesoro, echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos y acercártelo a la boca, bien abierta, llegando a notar su salado olor antes de que la punta de la lengua roce ese beso divino.

Este placer tiene que ser un pecado capital, seguro.

Anoche mientras dormía...

Anoche mientras dormía... Anoche mientras dormía... decía un poema de Antonio Machado, y es que, anoche, en el momento más profundo de mi sueño, el viento que entraba por la ventana de mi habitación, tiró el póster de Lorca que hay en la pared, por encima de mi cama. Me aguillotinó la cabeza, haciendo que despertara sobresaltada, temblando, aún aturdida.

Esta mañana, temprano, cuando todavía se podía tener la ventana abierta, me he dispuesto a hacer la cama, ordenar mi cuarto y demás. He puesto un disco de los Rolling Stones. He elegido una canción al azar y ha comenzado a sonar “Out of Time”.
Aún con la cama deshecha, me he subido al colchón y he vuelto a apretar la masilla que quedaba en el póster, con los pulgares, clavándolos en el gotelé. Cuando he terminado me he dado la vuelta para bajarme al suelo, pero no he podido resistir la tentación de ponerme a saltar mientras se oía “You’re out of touch, my baby / My poor discarded baby / I said, baby, baby, baby, you’re out of tiiiiime”. Hacía mucho tiempo que no saltaba en una cama.
El espejo de en frente delataba mis piernas mostrando parte de los muslos por encima de las rodillas, y unos pies intermitentes, que aparecían y desaparecían a cada bote.

Parece que hoy ha sido el día de las desinhibiciones; me he cortado el pelo, pero yo misma. He pensado que me hacía falta y emplear/desemplear el tiempo en ese tipo de recintos me ha superado, así que he cogido las tijeras y me he puesto a cortar por donde me apetecía, total, el corte que tenía era el típico desfiladoacapastrasquilado, así que... no habrá mucha diferencia.
De todos modos, en estos momentos no me encuentro como esta mañana. Ahora estoy deca-ída, bueno no sé, pero me encuentro un poco mal y enredada en una controversia de sentimientos. Literalmente siento sueño, calor, cansancio, pesadez, ardor de estómago, apatía, aburrimiento, tristeza, rabia, expectación, nerviosismo y dolor de cuello, creo que nada más, pero me siento así, de verdad. Menos mal que mis crisis son esporádicas, aunque frecuentes.
Espero que pase pronto.

Yo, Jana

Yo, Jana Son las 2.30 de la madrugada. Estoy preocupada porque parece ser que no soy como un amigo cree que soy. Sin más juegos de palabras, me ha dicho: “... cuanto más creo conocerte, más cuenta me doy de lo poco que te conozco”.
Me da la sensación de que está decepcionado. Soy una persona complicada, laberíntica, que se enmaraña en sus propios pensamientos y que, quizá, enrede las cosas cuando realmente son sencillas. No se puede tener todo en esta vida. Siempre hay que renunciar a algo (o a muchas cosas).
Por nada del mundo quiero hacer daño a nadie, pero parece que cada vez que abro la boca, es como otra vuelta más de tuerca.
A veces percibo que no tengo vida propia; que todo lo que hago se rige por complacer a los demás. No me importa, es algo que hago muy conforme, aunque en cierto modo es una actitud siempre rodeada de maniqueísmo.

Hoy estaba realmente divertida y pensaba colgar un post contando una anécdota onanista de mi infancia, pero no estoy de humor.
Muchas veces me pregunto qué piensa la gente de mí; cuando tienes a alguien delante, que puede deleitarse con tus palabras, o cuando tienes a otro alguien con sonrisa aparentemente falsa; cuando haces el amor y parece que todos tus esfuerzos no sirven de nada. No sé si alguien me conoce, no sé si realmente me muestro representando un papel distinto cada vez. Yo no me conozco. Me cuesta hasta rellenar un test de personalidad.

Me gustaría preguntarle alguna vez a todo el mundo: ¿cómo soy para ti? Quizás me dieran alguna pista...

Viajando: "Play with your Pussy*"

Viajando: "Play with your Pussy*" Después de mi fracaso en mi odisea como funcionaria, decidí no hundirme en la mierda y dejarme llevar por mis instintos juerguistas.
La verdad es que el viernes me lo pasé de bajón. Me metí en casa y me quedé como una hora sentada en el suelo de la habitación, viendo los kilos de papel consumidos en nueve meses. Me levanté por fin de la losa que había ocupado y, a ritmo de Leonard Cohen , recogí todas esas letras entrelazadas que forman textos supuestamente académicos.
No hice gran cosa, salvo seguir leyendo El Código Da Vinci (no me convence mucho) y ver por la noche Memento ; era irónico ver esa peli en el estado en el que me encontraba...
El viernes plañidero pasó y llegó un sábado en donde los planes se me acumulaban y la gente no dejaba de quererme. Se avecinaba una noche de emociones, como todas las noches de concierto , pero ésta iba a serlo aún más. Empecé a hablarle a la gente del concierto y al final se apuntaron unos cuantos. Llegué al garito y vi a Gafón . Le había visto en fotos y hemos chateado bastante, pero el sábado ¡le conocí en persona! No sé si él me vio, pero nada más entrar, me puse al lado de una mesa, junto con la gente que venía y, de repente, le vi ahí, con unos pantalones de raya diplomática, un poco (muy poco) acampanados, sus bambas rojas, un polo de color beige y su pelo con patillas rebelde jeje. Al principio llevaba sus gafas de pasta (como las mías), pero cuando salió a cantar se llevó al escenario su miopía. Se desgañitó, tuvieron problemas de sonido, pero tarareé sus canciones, vibré con la batería y casi tengo un orgasmo con el saxo (Matías, qué máquina y qué mala leshe). Les seguí de cerca, todos sus movimientos; las peleas de Mateo con el micro y su saxo, que al final solucionó colando el micro por el agujero del saxo jajaja lo violó y ahogó su sonido, pues se le oía menos y a pesar de que se lo habían avisado, el tío decidió, en lugar de sacar el micrófono, soplar aún más fuerte.
El batería actuaba de mediador, pues hubo un rifi rafe (sin más consecuencias y muy simpático) entre Matías y Gafón, pero he ahí las cosas del directo y sus virtudes de ver la música en carne viva.
Gafón estaba lleno de energía, ¡chupando el micro cuando cantó “Play with your Pussy”! jajaja. Estuvo genial. Ya hablaré con él sobre el resto de observaciones que aprecié, pero esto quedará en privado.
Después me fui al Louie Louie, por cambiar un poco y porque, no sé por qué me empeño en que ese sitio cierra más tarde que los demás (es una falsa leyenda). Intenté llamar a P, pero estaba fuera de cobertura. Luego me llamó él, casi a las seis de la mañana. Estaba dormida y, de repente, oí el zumbido del vibrador, no tuve fuerzas de ser lo suficientemente rápida como para llegar a tiempo y coger el móvil. Cuando lo tuve en mi mano, me di cuenta de que me había llamado. Qué pena no haber podido cogérselo, me hubiera gustado charlar en medio de su borrachera jajaja.
Ayer vi 21 gramos y estuve también de concierto. Una amiga se empeñó en que fuera a verle. Se trata de Luis Ramiro, un cantautor. No me gustan nada los cantautores. No estuvo mal. Pero no me subo al carro de ese tipo de música. Me niego.
Fue en un sitio muy agradable, parece ser que en donde nacieron todos los cantautores ahora conocidos. Fue en el Libertad, precisamente en la calle con el mismo nombre, en el corazón de Chueca, en el corazón de los mejores bellezones que te puedas encontrar.
Fin de trayecto.
Viaje vertical ascendente.

*Título de una canción de The Letizias.

Ángeles

Ángeles Acabo de hablar con Pricher. Me ha llamado para decirme que su madre ha salido bien de la operación. Me ha dado un vuelco el corazón. Tengo ganas de llorar. Me he puesto muy nerviosa y me hubiera gustado haber podido darle un abrazo muy fuerte.
La vida es muy puñetera, eso lo sabemos todos, nadie nos dijo que iba a ser fácil, ¡joder! pero me fastidia enormemente que nadie tenga su recompensa alguna vez.
Creo que todo está empezando a ir bien. Creo que es el principio de una gran amistad. Creo que voy a llorar...

PD: ¿sabéis que "jana" significa "comida" en esukera? Mi vida es un cúmulo de casualidades. Estoy empezando a creer en el destino.

Cocina de hombres

Cocina de hombres Es curioso, haciendo un repaso de mi vida, me he dado cuenta de que varios hombres han cocinado para mí.
Esta mañana, he salido de mi casa para coger el Metro. Tenía que encontrarme con una amiga para intercambiarnos unos documentos. Sólo he cogido el Metro para recorrer unas siete estaciones y ni si quiera he salido de él. El aire acondicionado de los vagones me remitía recuerdos muy entrañables, hasta que he dado con lo de la cocina. Entornaba los ojos y me sonreía levemente, recordando cada plato. La verdad es que he tenido suerte, pues lo que comí en todos esos momentos estaba delicioso...
Me han preparado paella, tortilla de patata, pasta, chuletas a la plancha, ensaladas mmmm y lo mejor de todo es que de todos estos tipos he aprendido algo.
Una de las últimas cosas que recuerdo es el uso de las tapaderas; es una estupidez, pero nunca había puesto una tapadera cuando pongo agua a hervir. Tengo mis cacerolitas tan bonitas con sus asas azules y su tapadera de cristal azul, de esas que tienen un agujerito y nunca la había puesto encima de agua hirviendo. Yo me quedé boba cuando vi aquella tapa encima de su cacerola, desenvolviéndose divinamente en la cocina... estaba para comérselo.
La verdad es que es todo un placer, un gustazo, ver a un tío cómo te prepara la comidita. Y una de las cosas que más me fastidia es que yo nunca he podido lucirme. Con lo rico que cocino yo y mis recetas estrella ¡qué rabia! Luego siempre quedo como una tonta. Todos terminan diciéndome “anda, seguro que no sabes ni freír ni un huevo”
Yo no digo nada, y me pongo más en plan vaga. En el fondo sé que les gusta jajaja.
No puedo dejar de decir, que realmente la última cosa que aprendí respecto al tema culinario es usar un tapón de corcho... pero este secreto no os lo revelo (no penséis mal eh jajaja), aunque este truquito se lo debe a su madre, que seguro que es un solete.

Jana en las alturas

Jana en las alturas Girando en torno a la suerte, a la incertidumbre; arriesgando demasiado, como un kamikaze. Volando como un pájaro que se estrella contra un cristal, como un murciélago al que se le hace de día. Dos zapatos de tacón, fetiche de los ojos de alguien que mira el tutú de pinchos, de color negro, de la bailarina, sin lago de los cisnes, sin príncipe azul, ni escaleras escrotales (por hacer un guiño).
El Código Da Vinci sobre una cama, llena de flores polináceas, deseando ser abierto y devorado por un par de cuatro ojos, que se evaden en el vacío, mirando las rejas azules, dulcemente pulidas por unas manos hartas de trabajar, quizás ya descansen.
El calor que me invade hace que desde la ventana un “¡cabrón!”, seguido de un pitido me saque del ensimismamiento. He vuelto. Tantas cosas que decir y tantas veces que callar... por no escandalizar. Libertad contenida. Tacho por no contar los secretos que me guardo, porque para eso lo son, sino serían intimidades contadas (o algo así). Los secretos no se cuentan ¡eso es una paradoja!. Escribo y, mientras, oigo estas palabras en mi mente, con mi voz o, quizás, con otra voz. No quiero que sea leído como un testamento o la lista de la compra o las tablas de multiplicar (pobre amiga Beatriz... pero ésa es otra historia. Otra historia de “Jana en las lianas”).

I Feel Fine

I  Feel Fine Me apetece contar muchas cosas. Me apetece dejarme llevar por el viento, cerrar los ojos, tumbarme boca arriba en el mar y usar las olas de colchón. Dormir un rato, sin pensar en mañana. Soñar. Volver a tener sueños raros, sueños que me causen sensaciones extrañas, inexplicables. Me gustaría recuperar algunas cosas que ya no tengo. Acariciar algunas pieles que hace tiempo que no veo y... vuelvo a sentir la necesidad de besar labios que hace mucho que no rozo con los míos. Me gustaría que esto último fuera recíproco.
A pesar de todo... la casualidad me ha regalado una sorpresa.

Gracias a todos por vuestros cariñitos ayer.
Besos.

Baby's good to me, you know
she's happy as can be, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.
Baby's says she's mine, you know,
she tells me all the time, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.

I'm so glad that she's my little girl,
she's so glad, she's telling all the world.

That her baby buys her things, you know,
he buys her diamond rings, you know,
she said so.
She's in love with me and I feel fine.

Baby says she's mine, you know,
she tells me all the time, you know,
she said so.
I'm in love with her and I feel fine.

I'm so glad that she's my little girl,
she's so glad, she's telling all the world.

That her baby buys her things, you know,
he buys her diamond rings, you know,
she said so.
She's in love with me and I feel fine
She's in love with me and I feel fine
She's in love with me and I feel fine.

(I Feel Fine – The Beatles)

Últimas impresiones

Últimas impresiones No hace falta ser muy tonto para no entender esa frase dentro de un contexto adecuado. Desde su lectura, lo mejor que me está pasando es estar en Malasaña escuchando, detrás del ruido de las cucharillas tintineantes en las tazas de café, y de los murmullos, “Love you to”, con sus sonidos acuáticos, sus cítaras y sus violines envolventes. Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa canción. Es el mejor momento en mucho tiempo. Me doy cuenta de lo fuerte que soy. De lo feliz que soy, sintiéndome especial en la faz de la tierra. “Love you to...” Qué buen karma... Estoy más sobria que nunca, llegando a la cima del Everest, quedándome sin oxígeno y siendo insuflado por la voz de Paul. Final de violines y cítaras.
El r’n’r de los Rolling golpea con sus baquetas en la batería de las obras de la calle Apodaca, mientras alguna que otra moto zumba como los ángeles del infierno. Tras el inmenso telón azul asoma un bufón de corte con casco blanco, esperando... esperando; atravesado, casi, por las cuerdas de la tramoya ¿Se lanzará al vacío? Coge una de las cuerdas y sube un cubo de metal. Tiene un contenido, pero no sé qué es. Lo coge y engancha otro que baja vacío. Lo sube lleno y vuelta a empezar. Y mientras, yo me envuelvo en el humo de mi cigarro y mis pensamientos redondeados con cebada exprimida. Me doy cuenta de que estoy bien. De que voy haciendo rodaje poco a poco, como cuando ves un anuncio, de esos tan bonitos, en donde un BMW circula siguiendo el ritmo de una canción de Bob Dylan.
Encuentro un papel con significados de palabras usadas por Eduardo Mendoza, en donde “haiga” no es un vulgarismo, sino un “automóvil muy grande y ostentoso” ¿Por qué pensaré tanto (“siendo mujer”, dirían algunos)? Lo que me faltaba, que pusieran a Richard Ashcroft. Hablando de automóviles (sonrío); me recuerda a mis primeros viajes sola en coche, conduciendo con la cadencia de la voz de este cabrón...”this song for the lovers, tonight...” Qué bueno es. Miro por la ventana y canto bajito “tonight...”
El bufón de la corte mira hacia la calle, no tiene muchas ganas de trabajar. Qué música están poniendo hoy en este bar mmmmmm... Me quedo sin papel para seguir escribiendo mis impresiones de hoy.