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jana

TOC TOC

TOC TOC

El principio de los principios...

¿Por qué? y lo que es peor ¿por qué ahora?

Sigo sin entender nada, viviendo las cosas desde mi ingenuidad intencionada, desde mi venda en los ojos, desde la ilusión de la que se estampa contra lo mismo una y otra vez. No puedo evitarlo, la sangre me brota por todos los rincones de mi cuerpo, me obnubilo, entro en el paraíso de la memoria inexistente, viajo hacia el futuro, un futuro con un pasado muy distinto al presente, en otras circunstancias, en otros lugares, en otra vida.

Todo seguirá igual, para bien o para mal, quizás alentado por el conformismo o por la cobardía...

Después de todo...

Después de todo...

... quizás sea la única española que no está viendo el fútbol.

 

Por una cabeza

Por una cabeza

Hasta que no pase esta semana no tendré tiempo para dedicarme al blog como se merecece. Ando liada -insisto, aunque no lo parezca- pero sí os puedo hacer evocar miles de cosas con "Por una cabeza" de Gardel; aviso, intentad escuchar el tema instrumental, la letra no me inspira mucho, pero la música desde hace muchos, muchos años se me quedó prendida en el corazón.

PD.: Sí, tienes toda la razón whicho... a ver si encuentro hueco para hablar contigo largo y tendido, ya que nuestras conversaciones deben ser y son  por naturaleza así, bien largas y, sobre todo, fructíferas.

Come back

Come back

La verdad es que no sé cómo actualizar; quiero decir que me apetece escribir pero no sé el qué.

He visto que desde 2006 no había vuelto a escribir un artículo. Hace mil que no entro en los blogs de la gente a la que solía visitar. Tengo que retomarlo, me gustaba y me sigue gustando.

Siento no tener ninguna historia que contar, pero intentaré tenerla en breve.

Espero que nos reencontremos en-red-ados.

Feliz reencuentro.

M. C. Escher

M. C. Escher

Del 15 de diciembre de 2006 al 4 de marzo de 2007.

Lugar: Centro de Exposiciones Arte Canal(Paseo de la Castellana junto a Plaza de Castilla).

Hora: De lunes a domingo, de 10.00 a 21.00 horas.

Precio: 4 euros.

¿Te la vas a perder?

Volver, volver...

Me sienta fatal no poder escribir con la asiduidad que antes... claro, que mi vida no es como antes... ahora estoy rodeada de un ambiente que me tendría que hacer más prolífica pero... el tiempo, el maldito tiempo no me deja disfrutar; en fin, todo se irá calmando. Ya empiezo a disfrutar de cada segundo, de cada hilo de aire que respiro y de cada rayo de sol.

V

V

V de Vendetta:

Me fascinó. Sin entrar en el arriesgado y explícito guión (con dos cojones), me envolvió su estética gótica, sus tintes a lo Tarantino (kill Bill) y sus vuelos wachowskianos.

 

 

 

V en Cuatro:

Vuelve la serie V, grande donde las haya, para deleitarnos con esos recuerdos anteriores al Equipo A.

Halo

Halo

A veces nos aferramos a las cosas como si el único sustento en un desierto fuera el libar la saliva de una boca; ese hilo es el que te une a otra vida, con ganas de succionar y hacer vacío para llenarte de todo y quedarte sin nada a la vez. El tirón de una mano, impidiendo que te marches, el guiño de un desconocido, o la conversación durante un largo camino con un taxista, mantienen latente el calor humano que a menudo nos falta.

Vértigo

Cierra los ojos e intenta experimentar esta sensación:

Te acercas a alguien por la espalda, tocas su hombro y se gira hasta encontrarse frente a frente junto a ti. No es la persona que esperabas, te has confundido.

...

Medita sobre cómo te sientes.

...

Ahora, haz un esfuerzo y vuelve hasta cuando tenías 4 años aproximadamente.

Vas por la calle, con tu madre, tu padre, un tío, quien tu quieras. Hay mucha gente, puede que te encuentres en El Rastro, o en unos grandes almacenes, en medio de las rebajas. Por un momento tu mano se suelta de la del adulto. Vuelves a cogerla, te reconforta y miras con una sonrisa la cara del dueño de la mano. Es un desconocido.

Por la patilla

Por la patilla

Según la opinión de muchos chicos, una mujer lo tiene más fácil para ligar que un tío. Llega un punto en el que a algunos hombres todas las mujeres les parecen guapas. No pienso declinarme en estas “elucubraciones”, pero sí puedo decir que últimamente he comprobado la mutación que puede sufrir un tío si se deja patillas; este rollo casual (léase acentuando en la primera “a”, como en inglés) que se lleva ahora, de imprescindible apariencia desaliñada. Muy importante, esas patillas deben dejarse crecer en sus tres dimensiones y, es más, si se le añade una barba de tres días (a algunos imberbes les hará falta algún día más), el éxito está asegurado.

 

 

¡Dejaos crecer las patillas!

 

 

Ojo: nada de perfecciones a la navaja.

Mala

Voy a ser mala, muy mala; no me va a importar nada más que YO. No se me va a poner nada ni nadie por delante. Seré materialista, avariciosa, despiadada, castigadora, frívola, cruenta, y todo lo que nunca he sido, pero sin rencores.
Préparate, voy a por ti, o a por ti, o a por ti,...

Después una piensa, y se da cuenta de semejante gilipollez. Pero no puedo dejarme los nudillos en una pared, porque sería mala imagen para el público. Cómo me fastidia tener que controlar los impulsos... Desde luego que pude evadirme y volver a flotar por encima del humo del escenario. Canciones que ya había olvidado y que me trajeron antiguos olores y antiguos sabores de salivas candentes, cuando el tiempo no importaba y la inconsciencia era fruto de los efluvios del alcohol.
Cierro los ojos y aún lo saboreo, supongo que alguna vez también se han acordado de mí. Esas cosas no se olvidan si uno no quiere.

Vaguadas

Vaguadas

Siempre termino comprando un mechero. No sé por qué demonios ando deambulando por los madriles con un paquete casi lleno de Chester pero sin nada con qué encenderlo; mucho que ofrecer y poco para tomar.
Al final, a estas horas, he tenido que meterme en el bar de Joaquín Luqui. Ha perdido todo su encanto; primero porque se echa de menos a aquella camarera de Vallekas –con “k”, que es más radical- que te contaba su vida amorosa con un hombre casado, 20 años mayor que ella y que le hacía “mucho de sufrí, niña”.
Por otra parte, el hueco vacío de señor con pelo a lo Einstein y un periódico abierto de par en par, sigue respetándose, como las cenizas de Amador en la barra del bar.

Sigo sin poder encenderme un pitillo, pero la abstracción me aparta el mono, o quizás sea la pereza de levantarme de esta mesa de mármol que me refresca los brazos.

Y ahora que me doy cuenta... ¿por qué le llamamos a veces “madriles”? Bueno, quizás sólo lo diga yo, al menos de manera asidua. Puede que sea porque para mí es muy grande; porque está lleno de cositas buenas. Sólo hace falta sentarse en un banco o en un bar y mirar a la gente. Su ritmo, a veces acompasado con la intermitencia de un semáforo con el muñequito en verde.

(Segunda parte en breve...)

Silbidos

Silbidos

(Tengo mono... me gustaría escribir todos los días... no puede volver a pasar tanto tiempo sin renovar)

Antes, cuando pasaba por una obra agachaba la cabeza e intentaba acelerar el paso lo más rápido posible. Siempre decían algo, unas veces grosero y otras no. Ahora, me llego a preguntar si mi aspecto es tan decadente como para no oír si quiera “que no me entere yo de que ese culito pasa hambre”, o las normas sociales en este sentido han cambiado.
En el fondo una tiene su “orgullo”, y estas cosas deprimen un poco...

Siempre recordaré que el piropo más bonito que me han dicho nunca fue el de aquel chico... que me dijo que tenía el pelo de oro.

DeluXe

DeluXe

A veces escucho una canción por primera vez y me quedo colgada de ella; de su música o de su letra o de un no-sé-qué, que al final una se cree que la han escrito para ella. También me pasa que cuando alguien me exhorta a que escuche una canción, siempre pienso que es porque me envían un mensaje subliminal... diría unos cuantos títulos, pero no quiero revelar ciertos secretos...
Escribiría más sobre esto, pero creo que es mejor dejar volar la música y las palabras de Deluxe, hombre al que conocí una noche y que me dejó traspasar sus gafas para ver unos ojos llenos de calor.
Gracias Xoel.
Esta canción lleva mi mensaje, por supuesto:
Ya sé que no es exactamente
lo que debería de ser,
pero me río al pensar
que crees que voy a ceder.

Sé que es más fácil quedarme sentado
y esperar que pase el dolor
que oír en la radio mi voz
decirle a la gente que no.

No intentes hacerme cambiar,
no me pidas ese favor,
siento decirte
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no ...

Ya sé que quizás no es el momento
ni es el lugar ideal,
pero dejarlo pasar
sería un triste final.

Y ya sé que piensas que es algo extraño,
que no puede durar más,
pero al final tú caerás
y puede que yo ya no esté.

No intentes hacerme cambiar,
no me pidas ese favor,
siento decirte
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no ...
siento decir que no ...

No intentes hacerme cambiar,
no me pidas ese favor,
siento decirte
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no ...
No intentes hacerme cambiar,
no me pidas ese favor,
siento decirte
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no, que no ...
que no, que no, que no ...
siento decir que no ...

Bodas de papel

Bodas de papel

Jana cumple hoy un año.
He elegido este título para introducir el comentario por su juego de palabras; las bodas de papel son las que se cumplen en el primer año de matrimonio. La ilustración es una escultura de Rodin, uno de mis escultores favoritos.
Tras un año de blog, una se da cuenta de la utilidad que tiene y la que yo misma le he dado. Ha habido lágrimas, alegrías, enfados, sexo,...
Realmente quiero resumir y dar las gracias a toda la gente que me ha visitado y se ha tomado un café conmigo, bueno como yo digo, una caña a la hora del café, más bien.
No sabría cómo hacer un balance de todo lo escrito y dicho, o quizás sí, pero no quiero entretenerme más en un aniversario tan absurdo, del cual sólo me siento orgullosa yo.
Únicamente me queda por decir GRACIAS.

Una frivolidad

Una frivolidad

Nunca me han gustado los hombres rubios de ojos claros, ni los “prototípicamente” guapos, pero desde luego que la campaña de Calvin Kleinlo está consiguiendo.
Las calles están repletas de carteles publicitarios de Fredrik Ljungberg, un señor de muy buen ver que, a pesar de ser futbolista, se le conoce aún más por sus calzoncillos.

Como si de publicidad subliminal en los cines de los 70 se tratara, la imagen de este hombre invade mis sueños y centellea en mis ojos si los cierro para estornudar –por cierto, leí que cerrábamos los ojos al estornudar porque si no se nos saldrían de las cuencas (!).

Supongo que esta fiebre pasará pronto; no suelen durarme mucho este tipo de deseos, lo que pasa es que me tiro la temporada que dure dando el coñazo a la gente, diciendo lo bueno que está el susodicho (podría poner ejemplos, pero me abstengo).
El caso es que hay que reconocer que más de uno le echaría el diente al tal Fredik hasta arrancarle un labio.

Espero que finalice pronto la campaña, porque al final me voy a estrellar en la glorieta donde siempre me tocan el claxon...

Revolucionaria

Revolucionaria

Hace un par de noches soñé que me encontraba entre los años 50 y 70. yo era una pintora y cartelista de la época. Me habían encargado un cuadro propagandístico para una líder revolucionaria sudamericana.
Entré en una buhardilla llena de pinturas, lienzos y telas; era difícil andar por ella sin tirar nada. Serpenteando entre tal barullo, llegué a mi destino. Me acompañaban dos hombres que debían llevarse la obra. La saqué de detrás de unas cuantas maderas y allí mostré, sin pudor alguno, la figura de aquella mujer desnuda y representada hasta el inicio de su pubis, el cual recatadamente se había dejado de pintar tan sólo a unos centímetros de su vello.

Relatos

Relatos

Mientras servía a un ritmo frenético un montón de combinaciones alcohólicas, de repente se congeló el mundo a mi alrededor. Vi entrar desde el fondo la silueta de Apolo. Con un foco rojo intenso, a contraluz... Me hice un pequeño corte en un dedo al abrir una botella; la música volvió a penetrar por mis poros y el ritmo de vida se estabilizaba. Apolo me pidió un sanfrancisco y me regaló una austera sonrisa. La gota de sangre aún ebullía en la yema de mi dedo. Pasé mi índice varias veces por el borde de la copa, no muy afuera ni tan dentro que pudiera rozar el líquido...

Primer beso

Primer beso

Ese día nos sentaron por parejas. Separaron las mesas quitándoles su forma poligonal, de colmena de abeja. Estaba en frente de un niño al cual le pregunté su nombre. Se llamaba Fernando.
Estuvimos toda la mañana haciendo formas con la plastelina. Él se empeñaba en hacer dinosaurios y ciudades aplastadas, yo era más vulgar y cursi, y hacía coronas y varitas mágicas, y joyas que pesaban un montón y siempre terminaban rompiéndose por la propia gravedad...
El segundo día éramos los mejores amigos, aunque para mí era el niño más guapo de la clase. Cuando sonó la campana, le di un beso furtivo, en la boca. Él se quedó helado, no dijo nada, recogió sus cosas y se fue sin esperarme.
Teníamos cinco años.

Me he remitido a esta historia para poder contar mis sueño de la otra noche.
De repente tenía cinco años, me encontraba en la misma mesa de antaño, Fernando estaba en frente, la plastelina de por medio, volví a besarle, pero esta vez el beso fue eterno; crecimos en el tiempo, hasta la actualidad. Estábamos de pie. Fundiéndonos en un abrazo. No sé cómo pasamos del beso al abrazo, pero no noté ningún intervalo en ello. Dábamos vueltas como en las pelis, como si estuviéramos subidos encima de un torno de alfarero para el efecto. Notaba sus orejas agujereadas cerca de mi mejilla. Miré a través de una de sus mirillas, y veía cómo todo giraba a mi alrededor: vi una noria, un puesto de palomitas, alguien disfrazado de King Kong, y cuando me di cuenta de que parecía que estaba dentro de Amelie, me desperté.
No era Fernando con quien me abrazaba.

Noche caliente

Noche caliente

La noche cundió bastante. Fue un sábado de reencuentros, de relaciones maduras, con sensatez y buen rollito. Miradas furtivas y antiguos deseos.
Mis endorfinas estaban hirviendo, mis labios parecían haber besado un montoncito de pimienta; empecé a desear que me apagaran el fuego las bocas de los chicos que veía.
Me crucé miradas de deseo con varios. Había en esas miradas las de alguna fémina a lo Marlene Dietrich. Os juro que deseé que me besaran violentamente, en algún lugar escondido.
Aún quedan cenizas de ayer.