Lo bueno si breve...
Fueron poco más de dos horas muy especiales. Era extraño. Haber hablado tanto... y después nos quedamos casi sin palabras. Espero no haber sido una decepción. No estaba en mi momento más glorioso, más bien, todo lo contrario. Actué de forma algo torpe, nerviosa y cafeinómana. Llegó el momento de empezar a decir sandeces... hubo de todo. No soy así. Insisto, fue extraño, pero muy agradable. De repente todas las letras empezaron a volar por el ambiente, como si cada uno hubiera soplado las suyas posadas en una mano; se esparcieron y entremezclaron letras rojas y azules y empezaron a sonar con risas de verdad. Qué pena que fuera tan poco. Intentaré recordar el lema de la Moores, quiero recordarlo exactamente igual, ahí, en frente, impregnado en la pared, dándonos la bienvenida. Cosas raras del destino.
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